El blanco y negro también añade cierto dramatismo a la escena, con un barbero y un cliente muy serios, que no se cruzan palabra, en un ambiente algo sombrío, lejos de la luminosidad de una barbería actual. Sólo se oye el tráfico de la calle, un tanto agresivo, y la navaja deslizándose sobre la piel.
Además, que el cliente sea un cura malencarado, me hace imaginar que fuera un viejo pederasta y el barbero un antiguo monaguillo que en cualquier momento, en uno de esos primeros planos de la navaja junto a su cuello, fuera a recordarle el pasado...
En fin, cosas de la imaginación.
Saludos.