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...Y los nabos, en Adviento...>>, dice el refrán.
Un servidor es de la opinión que, en el momento de nacer, comenzamos un viaje alrededor de nosotros mismos, con frecuentes excursiones al exterior.
En ese viaje, constatamos que, a veces, las cosas son como queremos que sean y, otras, simplemente, son como son.
Nos gustaría ser más altos, tener más pelo en la cabeza, tener barba bellida (o no tenerla), músculos más prominentes, más fuerza, más inteligencia (emocional o de la otra), ganar más dinero, trabajar menos (o más), conocer personas extraordinarias, perder de vista a aquellas que no lo son...Recuerdo, que cuando éramos niños deseábamos ser mayores para fumar en pipa y tener barba.
...Nos gustaría que nos gustase más nuestro trabajo, o tener un jefe que sea un amigo, en vez de jefe, magníficos compañeros, una compañera que sea eso, y, además, madre, hermana, amante, amiga: Y si la tenemos, no perderla nunca...Hijos que sean nuestros amigos, que nos hagan inmortales, por llevar con ellos parte de nosotros mismos...
Y cada época de la vida tiene sus luces y sus sombras y es bueno sentir lo que rodea a cada fase de nuestra existencia. El gran Albert Einstein decía que vivimos para sentir...
Un servidor no volvería atrás en el tiempo por nada del mundo y, si me pidiesen opinión diría que procuren disfrutar el momento presente, sin pensar en el futuro más de lo razonable ni en el pasado más de lo necesario y lo bueno de cada uno de esos momentos, aunque siempre haya nubarrones de tristeza, siempre termina por salir el sol entre ellos.
Por edad, estoy entrando en una etapa delicada de la vida: Según mis amigos y compañeros de trabajo, estamos en lo mejor de lo peor; tienen razón, probablemente, pero es igual.
El calendario que tengo colgado en la cocina de casa está dedicado este año al optimismo. El mes de Septiembre luce el siguiente lema:
<<...Aunque la vida no sea la fiesta que esperabas, nunca dejes de bailar...>>
Que tengan un buen día. A su servicio.