"Los granos, son del corte de la cuchilla del afeitado anterior."
Gichin Funakoshi, el padre del karate moderno, solía decir que había que entrenar los puños golpeándolos contra sacos llenos de grano, cubos de sal, troncos de árboles... para curtirlos y endurecerlos. Pero también decía que conseguir esos puños lleva mucho tiempo, si es que se consigue, pero que, en todo caso, en el momento en el que apareciesen roces o heridas, había que parar inmediatamente y no volver a ese tipo de prácticas hasta que los puños estuvieses perfecta y completamente curados, no antes.
A lo que voy es que, hagas los hagas, no te afeites en tanto la piel no esté en condiciones de aceptarlo. Vete al dermatólogo y coméntale el caso: él es el especialista y no nosotros. Y, en el peor de los casos, si resulta que no encuentras modo de llevar un rasurado acorde a tus necesidades profesionales sin destrozarte la cara, creo que la respuesta es evidente: déjate barba.