Si el bol es metálico, prueba a meterlo unas cuantas horas en el congelador.
Cuando esté bien frío, lo sacas y le das unos golpes fuertes boca abajo contra una tabla o similar.
Debería poder despegarse fácilmente. Al contraerse los materiales por el frío el efecto "ventosa" que ejerce la capa grasienta del jabón se anula. Este método no es valido para cuencos de cerámica o plástico, pues el frío puede rajarlos y hacerse añicos al golpearlos.
Suerte!!