Recientemente y por una serie de casualidades me he replanteado el precio del lujo, tras descubrir el lugar de fabricación de varios productos en los que en su momento invertí un dinero importante.
Muchas veces hablamos y criticamos a personas que llevan réplicas, ropa, muebles, relojes etc, incluso nos permitimos el lujo de valorar las calidades y atribuir males que pueden causar sobre la salud.
Bien, personalmente me la trae floja lo que lleva cada uno, pues suyo es, así mismo me la trae del mismo lugar lo que trata de aparentar con esa marca o si símplemente la lleva porque le gusta, no creo que nadie tenga que dar explicaciones de la procedencia de sus bienes, dado que a quien le importe dicha procedencia, por lo general es un puto envidioso que viene a molestar o una puta entidad que quiere recaudar, añadiendo la cruda realidad, que no hay marca que quite cerrojo , más bien cuenta bollante que decide quien tiene la llave de la puerta principal, una vez gastado el dinero en la marca se enseña más pero se tiene menos, la puerta tiene más cerraduras finalmente.
Lo que no me da igual y con lo que me siento plenamente engañado es que una marca , (de la que sí exigo una calidad), venda exclusividad, lujo, calidad y un largo etc que explican uno a uno los 0 que se van añadiendo, se permita fabricar, diseñar, montar o comprar parte o la totalidad del producto fuera de la frontera que representa la marca y sin explicarlo claramente . Un zapato inglés tiene que ser inglés, una colonia francesa de Francia, un reloj suizo de Suiza un coche alemán de Alemania y así sucesivamente unir como en la clase de matemáticas el conjunto vacío con el conjunto lleno con líneas rectas y paralelas a su país, me parece una tomadura de pelo comprar un artículo de lujo hoy en dia, que sólo tiene del país la marca o pegatina de calidad, nos están tomando el pelo señores, el dinero cuesta mucho ganarlo. Por mi parte se terminaron los euros en falsas marcas, pagaré en yuan chino pues cosas chinas me dan y reservaré los euros para abrir puertas en mi ocio y viajes que ahí nadie me engaña.
Perdón por la reflexión, pero dependemos demasiado de la suerte últimamente cuando decidimos gastar lo poco o mucho que tenemos.
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