Carl Gustav Jung, el psiquiatra suizo, amigo y ex amigo de Sigmund Freud, narra en su libro "Sincronicidad: principio de conexión acausal" que un día en que estaba trabajando con una paciente ésta le contó un sueño donde le regalaban un escarabajo de oro.
"Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo. Era la analogía más próxima a un escarabajo de oro que pueda darse en nuestras latitudes, a saber, un escarabeido, la Cetonia Aurata, que al parecer, en contra de sus costumbres habituales, se vio en la necesidad de entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. Tengo que decir que no me había ocurrido nada semejante ni antes ni después de aquello, y que el sueño de aquella paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia".
Por extrañas razones he iniciado un cambio en mi hábito de afeitada.
Nunca me gustaron las máquinas eléctricas y lo hacía feliz con las desechables de una hoja. Luego llegaron de dos y además con capa de algún suavizante detrás.
Algo reí cuando me dijeron que la primera hoja arrastra el pelo mientras la segunda lo corta a ras.
Y cuando me ofrecieron tres hojas pensé que ya era mucho.
Tenía el recuerdo de mi padre con su máquina donde ponía las hojillas de acero. Esas hojas que me fascinaban por su ligereza y filo, lo que al mismo tiempo asustaba.
âMás peligroso que mono con Gilletteâ.
Pero claramente la imagen más llamativa era mi abuelo Alberto con sus navajas Solingen y que además eran Arbolito.
Su ritual, que alguna vez aprecié de lejos, incluía mucho jabón, una misteriosa banda de cuero donde cantaba la navaja y finalmente su cara tersa con olor a colonia inglesa.
Así decidí que haría ese intento.
Conseguir una navaja nueva en Chile es muy complicado. Si llega a aparecer una basta hacer una rápida encuesta internética para saber que además de la navaja y su pasaje vamos a pagar parte importante del presupuesto mensual del proveedor.
Mucho.
O sea me convertí en micro empresario importador y encargué en Amazon mi primera navaja. Una Dovo Best Quality que me permitió iniciar los primeros tímidos intentos.
Pronto supe que debía tener más parafernalia: Jabón y su tazón, cuero asentador, piedras de afilar de varios grados de aspereza, piedra alumbre, colonia o alcohol para prevenir infecciones. Y lo fui reuniendo.
Afeitarme se convirtió en una aventura divertida y exigente.
Tiempo y calma.
Estoy comenzando a disfrutar esas mañanas en las que puedo olvidar el reloj y perseguir a mis vellos faciales con dedicación y perseverancia.
Igualmente, a poco andar o afeitar, supe que era conveniente tener más de una navaja. Obviamente mi nueva Dovo era eficiente y encargar otra era oneroso. Sin embargo los deseos de agregar a la satisfacción del afeitado el romanticismo de rehabilitar un noble acero me impulsó a intentar la búsqueda de alguna otra en anticuarios.
No logré nada.
Con algo de enojo decidí ampliar la búsqueda a sitios nacionales de Internet.
En mi primer intento casi al mismo tiempo de ingresar y sin saber demasiado bien lo que hacía, se me cruzó, podía ser de otro modo, una navaja Arbolito usada.
En las fotos, por lo demás de mala calidad, su aspecto no era bueno pero su nombre: Arbolito, que pertenecía a lo más fino en cuchillería dentro de mis recuerdos, no me permitió dudar en su compra.


Que alegría tuve cuando, con mínimas maniobras, absolutamente dentro de mi limitada experiencia navajera, finalmente volví a ver su hoja brillante y pude lograr una estupenda afeitada con ayuda de un viejo barbero.
Estaba feliz y orgulloso de esta vieja hoja de acero apreciando sábados y domingos mis progresos en su uso,
Tan contento que quise saber más de ella por lo que ingresé a un sitio en EEUU de usuarios de navajas, Allí mostré mi navaja, lo que permitió además desempolvar añejas lecciones de inglés y un diccionario.
Impulsado por un afán de mayor información recurrí a Google y descubrí un sitio donde ofrecían âmiâ navaja a un precio inconcebible debido a sus elevadas características.
http://www.ioffer.com/i/1920s-straight-shaving-razor-edelweiss-solingen-140542661
En esa misma búsqueda apareció, otro sitio esta vez de Chile, con otra navaja idéntica. Por supuesto el precio era mucho menor.
Dudé unos minutos.
Recordé a Carl Gustav y claudiqué.
En beneficio de la sincronicidad la compré.

El acero estaba en mejor estado que la primera y casi sin esfuerzo me dio una excelente afeitada.
No lo podía creer.
Ya era dueño de dos estupendas navajas gemelas de supuestamente algunos cientos de dólares en este lejano rincón del mundo.
Una vez más las dudas y el deseo de aclararlas comenzaron.
¿Tal vez ese modelo llegó exclusivamente a Chile? ¿O fue un artículo de gran producción?
Tanto que decidí escribir a la fábrica Bí¶ker en Alemania para intentar saber más de ellas.
Al cabo de una semana tuve la respuesta.
Con amabilidad y eficiencia teutónica me informaron que mi(s) navaja(s) fueron hechas en su fábrica en Alemania entre 1950 a 1969.

O sea, ni tan viejas y ciertamente tampoco tan caras, pero vaya que me gustan como afeitan.
Claramente este asunto es una cuestión mínima y exponerlo una nimiedad pero en esta triste tarde de primavera cuando cae la lluvia en Santiago he querido compartirlo con Ustedes.