Viene de Ruta histórica por la Barcelona del perfume, el jabón y la higiene (I)
Sombreros y baños medievales.
Abandonamos la Plaça de Sant Josep Oriol, a través de la misnúscula plaza del Miliciano Desconocido para tomar la calle dels Cecs de la Boqueria hasta desembocar en la calle de la Boqueria, torciendo a la izquierda, llegamos a la encrucijada del Carrer Boqueria, con el Call, Banys Nous y Avinón. El corazón del Barrio Gótico. En frente tenemos el escaparate espectacular de la Sombrerería Obach, desde 1924 vende sombreros, boinas y gorras de altísima calidad. Si son calvos o conocen alguno, aprovechen, y si no, sean snobs y compren un fedora, un panamá o un Homburg, y si prefieren gorras, una Hatteras o una Broklin, y serán las cabezas más elegantes del mundo. Si miran encima del escaparate izquierdo, justo encima del rótulo SOMBRERERIA descubrirán una pequeña ventana de piedra blanca de estilo gótico arabizante, que perteneció al edificio de los baños medievales que habían en frente, cuyas piedras se aprovecharon para construir esta casa, donde se establecería cien años después la sombrerería Obach.
En efecto, justo en la esquina de Banys Nous con Boqueria estuvieron ubicados los baños medievales, en uso durante casi 500 años, desde el S. XII al XVII. En 1169 Ramon Berenguer dió licencia al alfaquí judío Abraham Bonsatruc para construirlos en un huerto de propiedad Real, dos tercios de las ganancias serían para el Conde y un tercio para Abraham. Se conocieron inmediatamente con el nombre de baños nuevos, que acabaron después dando nombre a la calle contigua. En poco tiempo, la propiedad pasó a la familia cristiana Dufort. Dado su cercanía inmediata al Call o barrio judío, está documentado que estos baños eran usados como miqvé por los judíos del Call (baños purificadores, que debía ser en piscina profunda y con agua corriente, no estancada). En 1716 fueron en parte aprovechados para construir una casa (que todavía está en pie, con esgrafiados de arena en su fachada) y finalmente del todo destruidos en 1834. Quien haya visitado los baños judíos de Palma de Mallorca o Girona, podrá hacerse una idea de como eran. No obstante quedan algunos grabados, este por ejemplo de Laborde, de su visita a Barcelona en 1806:

Los baños de tradición árabe se caracterizaban por tener sólo una estancia fría y otra a base de vapor (más o menos como una sauna, o como los Hamman turcos). La costumbre del baño público era de tradición romana, pero se perdió en los siglos siguientes. Fue a través de la cultura árabe que se recuperó esta higiénica costumbre. La verdad sea dicha que la Iglesia nunca los vió con buenos ojos, porque aparte de lavarse, uno allí se echaba unas risas, se bebía, se cantaba, uno se perfumaba al acabar, se daban masajes incluso, y luego con la tontería, se hacían "amistades carnales", vamos sodomía, que entonces era pecado.Ahora creo que también, no sé; yo es que no soy de ir a misa. Lo era, fui monaguillo, y de los buenos, eh. Pero me bebía todo el vino dulce, lo que iba a ser la sangre de Cristo consagrada, y claro el cura me echó. Un trauma pasé. Y qué pena, yo que hasta me sabía la misa en latín: Haec est agnus dei quitollit peccata mundi...Discúlpenme la regresión freudiana. Vuelvo. Además, todo eso de lavarse entraba algo en conflicto con el uso del incienso que se quemaba en las iglesias para purificar, ó más bien para aliviar el tufo insoportable que emanaban los cuerpos de los cristianos pobres que no podían (o no dejaban) bañarse. Después, cuando las epidemias de peste y lepra, frecuentes en los oscuros siglos del medievo, con higiene inexistente, los cristianos pobres caían como moscas, y los judíos casi ninguno, por eso, por la higiene. También enfermaban y morían de epidemias de cólera, por la mala gestión de las aguas residuales y el uso de agua de boca de pozos urbanos, contaminados con fecales.
Así se acabó culpando a los judíos del Call de envenenar los pozos; justo al revés, ellos que eran los más limpios. El dia 8 de agosto de 1391, Dia de Sant Domènec (Santo Domingo) los cristianos asaltaron el Call Barcelonés y mataron a 300 judíos, incendiando el barrio judío (bueno fue un pogrom generalizado que empezó en Sevilla y Palma de Mallorca semanas antes). Desde entonces la calle principal de la judería barcelonesa lleva el nombre de Sant Domènec del Call, en recuerdo de aquella matanza. El ayuntamiento quería cambiarle el nombre por el de Salomón Ben Adret, rabino talmudista Barcelonés del S.XIV.
La Patrona, suplicios, jabones...y Jean Baptiste Grenouille.
Sigan por la Calle dels Banys Nous un centenar de metros, dejarán a la derecha la Churreria San Román, una de las mejores de la ciudad, pidan para llevar unos churros rellenos de dulce de leche, si les atormenta el hambre, aunque es posible que tengan que hacer cola. Tomen a su derecha el carrer de la bajada de Santa Eulàlia y asciendan; a mitad de la cuesta, la tienda de antigüedades Anamorfosis seguro que tiene esperando a un nuevo propietario algún objeto relacionado con el afeitado o la perfumería, entren, es una tienda acogedora y mágica.
A los pocos metros, en un repecho de la cuesta, llegarán a una hornacina con versos de Verdaguer que nos recuerda el nombre de la calle, Baixada de Santa Eulàlia, patrona de la ciudad. La leyenda dice que aquí sufrió esta niña cristiana de trece años, a manos de los verdugos del gobernador de Barcino, durante la persecución de Diocleciano, su noveno tormento, consistente en meterla desnuda dentro de un tonel con clavos y vidrios, rodándola trece veces, por eso lo de la bajada de Santa Eulalia. No quiero ser gore, pero es que antes la habían azotado, quemado, desgarrado la piel con garfios, y rascado las heridas con piedra Tosca. Aquí quería comentarles que la piedra Tosca o piedra pómez, la que usamos actualmente para callos y duricias, era el jabón del cristiano pobre en el medievo. Como la gente cristiana pobre no se lavaba, porque si lo hacías en baños públicos eras judaizante o musulmán, al final iban acumulando una gruesa capa de mugre en su piel, que en parte les protegía, pero no para todo. Por ejemplo el arador de la sarna, estaba encantado en ese tipo de piel paquidérmica, no crean que los piojos tanto. Pero las verdaderas reinas de esas pieles eran los insectos del orden de los sifonápteros, las pulgas, esas tienen un aparato bucal que permite penetrar varios milímetros en la más gruesa de las dermis, y transmitirte el tifus y la peste. El décimo tormento de Santa Eulàlia fue precisamente encerrarla en un corral lleno de pulgas rabiosas. En aquella época debía ser fácil acopiar pulgas. Horror.
Miren en frente, en un pequeño local aún está ubicada la perfumería de autor, The perfumery. Normalmente suele estar cerrada , aunque con las luces encendidas, pueden otear a través de la cancela de hierro forjado, las hileras de embudos y anaqueles de madera repletos de frascos. Han abierto otra tienda más amplia en la Calle Sant Pere Méx Alt, que es donde podrán hacer breves cursos de perfumería, con Thomas Dennis y Daniel Josier, entre otros.
Uno de los perfumes más conocidos de esta tienda es la Esencia de Santa Eulàlia, del perfumista Daniel Josier. Hace un par de años, la tienda Santa Eulalia (Passeig de Gràcia, 93) antiguos almacenes de Santa Eulalia (1901), conocida por su carísimos y exclusivos productos, incluyendo línea propia de perfumería con el nombre de la patrona, denunció a The perfumery por apropiarse del nombre de Santa Eulalia, que habían registrado en la oficina de patentes y marcas en 1941. En serio, vean aquí.
Sigan pocos metros por la calle del Obispo Sant Sever (martirizado un año antes que Santa Eulàlia, pero poco, le clavaron un clavo en la cabeza y listo) y torciendo a la izquierda por la pequeña calle de Sant Felip Neri, hasta la esquina con la plaza del mismo nombre, llegamos a la tienda de jabones de los Hermanos Sabater, donde la artesana Eliana Sabater (tercera generación de jaboneros) de origen argentino, vende aquí desde hace 12 años, jabones de tocador con más de 30 bases aromáticas diferentes. Dispone de plodder y prensa, lo cual le permite fabricar jabones triple prensado.
Admiren la plaza de Sant Felip Neri, con su fuente en el centro y la Iglesia de Sant Felipe en cuya fachada son visibles los impactos de metralla de los bombardeos del 30 de enero de 1938. En esta plaza rodó en 2005 Tom Tykwer una escena de la película El Perfume, historia de un asesino (basada en la novela de Patrick Süskind) concretamente aquella en que Jean Bapstiste Grenouille se cobra su primera víctima, la bella vendedora de ciruelas. Aquí podrán reconocer el lugar:
https://youtu.be/e2-ht8ym67A
Barcino y la higiene: acueductos, lavanderías, fuentes y termas.
Seguiremos el camino inverso que siguió el perfumista asesino en esa escena, entrando bajo un amplio arco de medio punto en la callejuela de Montjuic del Bisbe, hasta encontrarnos con la Catedral de la Santa Cruz y Santa Eulàlia (1298 - 1442), si tienen tiempo y está abierto, accedan al Claustro gótico, andarán sobre tumbas de caballeros y afamados maestros gremiales, mientras las treces ocas les observarán con recelo. Bajen por la calle del Bisbe hacia la plaza de la Catedral, antes de llegar a ésta, torciendo por la derecha, accedan a la Calle de Santa Llúcia (Lucía) donde en la esquina se encuentra la capilla de la santa, erigida en 1257, origen de la propia catedral. En el centro de esta calle hallarán la Casa de l’Ardiacà, del gótico tardío, actual archivo municipal de la ciudad, accedan a la sala interior a través del patio (entrada gratuita). A la izquierda de la sala, al final, encontrarán el doble acueducto romano del siglo I, atravesando la muralla original, junto a la Puerta Pretoria, que daba acceso al decumanus o calle principal. El agua es la civilización (también la higiene, de hecho, es lo mismo). Los romanos lo sabían. Cuando fundaban una ciudad, era siempre con la certeza de tener agua disponible. Barcino no tenía rio cercano, sólo algunas ramblas de caudal incierto, y además estaba asentada sobre un montículo (Mons Táber) a 17 m sobre el mar, cuya costa quedaba mucho más cerca que ahora. Hubo que diseñar un acueducto de 11 kms de largo desde Montcada, para abastecer de agua corriente a los baños públicos y privados, fuentes, jardines, industria y domus. El desnivel total era de 18 m. Es decir, 1,6 m / Km. Sin teodolitos.
Salgan de la casa de los Arcedianos, y no olviden pasar su mano por la tortuga del buzón modernista de Alfons Juyol, de la reforma que en 1902 el Colegio de Abogados (ubicado aquí) encargó al arquitecto Domenech i Montaner. Las golondrinas representan la rapidez con que deseamos un juicio, la tortuga, su lentitud real.
Pueden bajar a la plaza de la Catedral, observarán de nuevo los restos del acueducto (estos no son originales, son reconstruidos en 1958) junto a la torre izquierda de la puerta Praetoria, al lado del conjunto escultórico (poema visual) Barcino de Joan Brossa (1994) con las 7 letras (6 en bronce , 1 en aluminio) de la palabra Barcino. Observen a la derecha la elevada hornacina con la pequeña estatua de Sant Roque (patrón protector de las epidemias) con su pequeño perro Rouna...de color azul. Los restos de 4 arcos del acueducto original andan cerca, en la cercana Plaza de Durán y Bas, detrás del mural con 4000 teselas fotográficas “El mundo nace en cada beso” (2014), pero se tendrán que desviar. Vale la pena, es un mosaico extraordinario, no dejen de hacerse una foto dándose un besito con el mural al fondo, ahora está de moda (esto si van con su pareja, claro, si no, puede ser inquietante).
Acérquense a la fachada de la catedral, tomen a la izquierda la calle dels Comtes, dejando atrás el Museu Marès i la plaza de Sant Iu (Ivo, patrón de los abogados), sigan unos metros más y observarán la parte exterior del ábside de la Catedral y algunas de sus gárgolas más extraordinarias: el toro, el unicornio y el elefante con palanquín. En la parte baja distinguirán sobre las paredes del ábside algunos símbolos de los gremios que sustentaron su construcción. Cabe decir que entre los muchos gremios que habían en la Barcelona de los siglos XIII- XVI, el de jaboneros nunca se conformó como tal. El jabón era un producto exótico en la época medieval cristiana. Se fabricaba en las casas y también en conventos y monasterios, a base de restos de sebos y cenizas, o más adelante, a partir del S. XVI se importaba a través de su puerto, casi como artículos de lujo para los pudientes, desde las almonas de Triana (Sevilla), de las jabonerías de Málaga y Palma, y también de Nápoles y Marsella. Es durante el siglo XVIII que Barcelona empieza a despuntar sobremanera con la jabonería industrial, a medida que mejoran las costumbres higiénicas y crece el consumo de jabón. Antes de abandonar le entorno de este enorme ábside catedralicio, observen unas profundas estrías verticales sobre la piedra arenisca, muy numerosas y apretadas. Su origen es curiosísimo. Mucha gente afilaba aquí su cuchillo, especialmente el de cocina. Se pensaba que así, el pan cortado por el acero afilado en las paredes de la catedral, quedaba siempre bendecido. No les aconsejo hacer lo propio con sus navajas favoritas de afeitar...este grano debe ser un 400.
Nos acercaremos a la Plaza del Rey, bien atravesando el patio del Palau del Lloctinent, bien por la bajada de Santa Clara. Un conjunto de edificios medievales la acotan. El Palacio del Lugarteniente, el Salón del Tinell, la Capilla de Santa Ágata, y la Casa Padellàs, la cual alberga el Museo de Historia de la Ciudad. Por desgracia, hoy no tenemos tiempo de visitar este Museo, pero les relataré algo que encontrarían en su subsuelo, donde son visitables las ruinas romanas de Barcino (4000 m2) que se excavaron entre 1930 -1960. Se trata de una Fullonica del S.II, instalación dedicada al lavado de ropa. Esta lavandería romana, la más amplia y mejor conservada de Hispania, de 140 m2, tenia cuatro estancias, con diversas piletas y lacus, destinadas al batido, lavado, aclarado, perfumado, escurrido y planchado de las prendas. El detergente empleado era ceniza vegetal disuelta en la orina humana, que se solía recoger en ánforas. Por otra parte en esta fullonica se han encontrado restos de flores de lavanda, que se emplearían para perfumar, así como raíz de iris, cuyo almidón perfumante se emplearía a la vez como aprestante (fullonicatoria).
Abandonamos la Plaza del Rey para subir la Bajada de la Libreteria, hasta el número 2, donde se ubica la pequeña y encantadora tienda Papirum, de artículos de escritorio, papel y libretas en piel artesana; tomen la anexa calle de la Daguería hasta desembocar en la recoleta Plaza de Sant Just, donde pueden admirar la fuente canalizada más antigua de la ciudad (S.XIV), en piedra de Montjuic, con una balaustrada con plantas, que le da un aire muy romántico. Observen sus pequeños relieves escultóricos, uno de ellos, un halcón atrapando una perdiz, pues según la leyenda, el Conseller Joan Fiveller, mientras cazaba en la Sierra de Collserola, descubrió una fuentes de gran caudal, y propulsó el proyecto para canalizarla desde allí (hay una estatua de este señor en la fachada del Ayuntamiento, junto a la del Rey Jaime I). Admiren la fachada de la Iglesia Basílica de los Santos Justo y Pastor, contemporánea de la Fuente de Sant Just. Es el recinto sacro más antiguo de Barcelona. Se han hallado los restos de una piscina bautismal del siglo V y se pueden ver dentro dos pilas de agua bendita de época visigoda; una junto a la entrada, a mano derecha, vaciadas sobre dos capiteles recuperados y con anagramas en griego.
Todo esto no se aparta del tema de esta ruta. La iglesia católica santificó el agua como elemento ceremonial, pero la demonizó como elemento vulgar y básico de la higiene, por la voluptuosidad pecaminosa que propiciaba el baño romano. Y así retrocedimos 1000 años, y las enfermedades avanzaron otros 1000. Además, la cultura médica que se propagó, básicamente de los textos de Galeno e Hipócrates, a través de los copistas de los monasterios, declaraba el baño como causa de enfermedades, ya que al abrirse los poros de la piel, se propiciaba la entrada de miasmas. Al médico valenciano Arnau de Vilanova casi le condenan a la hoguera por decir lo contrario en su Regimen Sanitatis ad Regnum Aragonum (1305 -1308), donde defendía que había que bañarse una vez a la semana mínimo (con agua fría o templada) o siempre después de hacer ejercicio. Afortunadamente los tiempos han cambiado. En esta iglesia se rodaron algunas escenas de la película El Perfume, en concreto, aquella en que en la Catedral de Grasse se anuncia a la gente que el asesino ha sido atrapado, y otra en que aparece allí una monja asesinada y desnuda. En este último caso se rodó la escena aparte y después se añadió (por problemas de permisos, comprendan que rodar eso era una inmoralidad, ni pagando).
Si desean visitar las ruinas de las termas romanas portuarias (en agosto cierran) háganlo antes de las 13:00, o un miércoles por la tarde, para ello dejen la Plaza de Sant Just por la calle Hércules, hasta la Calle de la Ciutat, frente a la fachada gótica original del Ayuntamiento, torcemos a la izquierda y bajamos unos 100 m por esta antigua calle (era el antiguo Decumanus de Barcino) que al poco de andar cambia el nombre por el de Regomir, abreviatura de Rec d’en Mir. Se atribuye al Comte Mir la reforma y construcción en el S. X, de un canal o acequia (siguiendo en parte el recorrido del antiguo acueducto romano) para abastecer de agua corriente a la ciudad: el Rec Comtal. Por el número 6 de la calle Regomir accederán a la muestra expositiva que interpreta las dos termas públicas romanas (para mujeres y hombres) construidas a finales del S.I, al lado de la puerta Decumana, la que daba acceso al Mar.
Y si no quieren desviarse hasta allí, que lo comprendo porque llevamos 4 horas andando, es hora de comer. Bajamos hasta la Plaza del Ángel y tomamos el Carrer de l’Argenteria, 37, hasta el Restaurant Senyor Parellada. Recomiendo de primero el arroz Parellada, que a esto hemos venido (lo de la Ruta era una excusa...), de segundo el cordero del Montseny con 12 cabezas de ajos y de postre el Recuit de fonteta con miel.
Cojan fuerzas, que la ruta sigue…
Continua en Final-Parte III- Ruta histórica por la Barcelona del perfume, el jabón y la Higiene.