Vienen de Parte II- Ruta histórica por la Barcelona del perfume, el jabón y la higiene.
Después de la ratafía, sin tomar café, salimos de nuevo al Carrer Argenteria.
Café, sobrasada y perfumes florentinos...contra la tuberculosis.
Es ésta antiquísima calle que ya en época romana unia la ciudad con el anfiteatro, donde siglos después se construiría la Catedral de Santa María del Mar, hacia donde ahora nos dirigimos. La calle Argentería recibe este nombre por estar ubicada en ella en época medieval la mayor parte del gremio de joyeros (argenters), de hecho el barrio del Born- Sant Pere-Santa Caterina-Ribera, alrededor de la Catedral del Mar, estaba repleto de talleres de diversos gremios y oficios (más de 40). También los jaboneros.
Como ya expliqué, no existía en Barcelona el gremio de jaboneros como tal (ahora por cierto si, la Associació d’Artesans Saboners de Catalunya), ya que la mayor parte se importaba, si bien su fabricación local está documentada desde el siglo XVI y su producción y venta estaba regulada en la normativa municipal. El empleo del jabón durante le medievo en Barcelona era para la limpieza de ropas finas (lino y lana) y para uso corporal en caso de enfermedades, y así era frecuente encontrar jabones de farmacia en las tiendas del apotecaris, para uso medicinal. Según los libros del Mostafàs (Almotacén) de Barcelona del S. XVI, el jabón para la venta sólo podía fabricarse a partir de aceites de calidad, sólo podían almacenarse los aceites adecuados y el curado debía ser de al menos 30 días. La multas en caso de incumplimiento eran de 400 sous y 200 sous respectivamente, y si no se podía pagar, prisión. Normal que se importara la mayor parte del jabón. Respecto a la ceniza, se especificaba que no se podia acaparar, y respecto a la cal, se fijaba en un máximo de 15 diners la cuartera.
Andando por esta calle, encontramos a la derecha la Placeta del Dr. Jacint Reventós, neumólogo que dirigió sanatorios tuberculosos en diversos hospitales, y un poco más adelante, en el número 64, la tienda de Cafés el Magnífico, lugar de culto para los cafeteros de la ciudad, pues desde 1919 aquí torrefactan cafés de todo el mundo, siendo su especialidad los de Jamaica, Burundi y Camerún, de los que hacen sus propios blends artesanos, no hay mesas, pero podemos degustar un buen café en la barra. Encima del edificio anexo, una placa recuerda que aquí falleció en 1924 el poeta barcelonés Joan Salvat Papasseit, enfermo de tuberculosis. Sin embargo, nada es mezquino, ni hay horas difíciles...
https://www.youtube.com/watch?v=Tsp-oADZ8M0
Las epidemias de tuberculosis en las grandes ciudades, Barcelona en particular, tuvieron su origen en la industrialización y en el hacinamiento en las fábricas mal ventiladas en jornadas agotadoras y en las propias viviendas de los trabajadores, donde en espacios muy reducidos podían convivir varias familias de emigrantes, por otra parte mal alimentadas. El Mycobacterium requiere para su contagio efectivo un espacio muy próximo, ya que su principal via de propagación son pequeñas gotas micrométricas, producidas durante la tos del enfermo, cargadas del bacilo de Koch, que sólo permanecen en el aire unos segundos. Los espacios cerrados y cargados son ideales para ello. Las teorías higienistas de mediados del S.XIX, entre otras cosas, abogaban por un diseño urbanístico de edificios y calles bien ventiladas e iluminadas, con muchos parques y jardines adyacentes, idea que cristalizó el ingeniero Ildefonso Cerdà en su plan del Ensanche de Barcelona. El empresario farmacéutico Dr. Andréu y el Conde Güell, llevaron a un extremo esta visión higienista al fomentar sus proyectos urbanísticos de la Avenida del Tibidabo y del Parque Güell, respectivamente ( es verdad que no precisamente destinados a la clase trabajadora). Pero es que esa teoría ya la aplicó en Barcelona, el Marqués de Alfarrás, D. Juan Antonio Desvalls, en 1794. Esta tarde le haremos una visita al concepto...
Tenemos ya a a la vista la Catedral del Mar, no les explico nada que es muy conocida. Mas contemplen a su derecha la mole trapezoidal de piedra de Montjuic que es el depósito de la Fuente de Santa María, la segunda más antigua de Barcelona, obra del maestro Arnau Bargués, de 1402, algo más tardía que la Font de Sant Just. Observen el rosetón calado superior que hacía de respiradero del depósito, y las gárgolas de león y dragón en la pared derecha, sobre los escudos municipal y Real. Encima, el típico espacio ajardinado de las fuentes góticas, a la que puede acceder el vecino de la casa contigua. Vuelvo a insistir en la importancia de las fuentes urbanas durante el medievo, y hasta finales del S.XiX, cuando se iniciaron los abastecimientos domésticos mediante cañerías y grifos, a la par que se mejoraron los sistemas de alcantarillado (actualmente con 1576 kms en la ciudad)
Sigan recto hasta el inicio del Carrer de l’Espaseria (aquí estaban los talleres de los espaderos), antes observen a la izquierda un rótulo que nos atraerá, cual imán de neodimio sobre chincheta hambrienta, hasta la pequeña puerta de la Botifarreria de Santa María. No se resistan y entren, allí tienen sobrasadas, bulls, botifarrons, botifarres, mortadelas, patés, cientos de variedades, todas artesanas. Ya, ya, ustedes ahora me reprochan que me estoy desviando del objetivo prístino de esta esta ruta, sobre jabones, perfume e higiene. Que si, que guarda relación. Si entran en la butifarreria ya verán qué perfumes. Con la higiene guarda relación total, la higiene empieza por estar bien alimentados. Y con el jabón….bueno, quizás no tanto, pero no me tienten, que les hago uno de sebo/sobrasada. Al salir, unos metros más allá hay un pebetero en recuerdo de los héroes de 1714 en la Plaza del Fossar de les Moreres. Acérquense y descubrirán un pequeño callejón a la derecha de la plaza, humilde, tímido y estrecho, llamado Carrer de Malcuinat (en referencia un guiso de menudillos de escaso precio que aquí se dispensaba a pobres y marineros). Antes de este nombre, esta calle era la Calle jabonería (saboneria) en referencia algunos obradores de jabón que debía haber allí en época medieval.
Recuperemos la Calle Espasseria, adéntrense en ella unos metros, y descubrirán a su izquierda La Galeria de Santa Maria Novella. Una de las 4 sucursales que hay en España (las otras tres en Madrid, Valencia y Palma) de la afamada y antiquísima “Officina Profumo Farmacéutica di Santa Maria Novella”, de Florencia. Es una tienda de culto, es más bien estrecha y contenida en la decoración, pero de una calidad sublime sus productos, y obviamente caros, como saben (estamos hablando de una perfumería emblemática y algo exclusiva). Pueden encontrar jaboneras de cerámica y paquetes de jabones por unos treinta euros, y todo un universo de perfumes. El agua de la Reina, un jabón Vellutina, una cerámica de granada perfumada ó un tónico de agua de rosas, pueden ser un buen regalo para cualquiera.
Abandonamos la tienda hacia el Pla de Palau, buscando la estación de metro de la Barceloneta. A su derecha dejarán el edificio neoclásico de la Casa de la Llotja, antigua Bolsa de Barcelona y ahora Cámara de Comercio, aunque desde 1775 también ubicó la Academia de Bellas Artes, lugar donde estudió Pablo Picasso en su juventud (su padre era profesor allí). Pasen al lado de la Fuente del Genio Catalán (1856) coronada por un ángel sosteniendo una estrella de 5 puntas, con cuatro leones que escupen agua, representando los 4 rios catalanes mayores (Ebre, Ter, Llobregat y Segre). A su izquierda, frente al Palacio de la Gobernación, observen la colorida farola de gas diseñada por el arquitecto Gaudí (1890), de hierro forjado.
Jardines, laberintos y tejones.
Accedan al metro (Barceloneta) y tomen la Linea 4 (amarilla) hasta el final (Trinitat Nova) y allí transborden con la Línea 3, hasta la parada Mundet (unos 30 minutos de trayecto, durante los cuales podrán comentar sobre lo visto). Hemos recorrido unos 10 kms y estamos en la periferia de la ciudad, en su frontera norte con la Serra de Collserola. Ya en el exterior suban hacia el velódromo , que dejarán a la derecha, hasta alcanzar la puerta de los Jardines del Laberinto de Horta. La entrada son 2,23 €, gratis para jubilados, y para todos los miércoles tarde y domingos. Ubicado en una ladera de la Sierra de Collserola, se construyó entre 1794 -1808. Son los jardines originales más antiguos de la ciudad. Era una finca privada de Juan Antonio Desvalls y de Ardena, Marqués de Lupià, Poal y Alfarràs, un aristócrata ilustrado, con amplios conocimientos de filosofía, ciencias y lenguas.
Estos jardines guardan relación con el tema de la ruta por el higienismo avanzado que suponía para aquella época, establecer la residencia de verano en la montaña, recuperando la tradición de las villae romanas, y por el tratamiento del agua corriente como eje vertebrador del diseño del jardín. También porque aquí se rodó la escena de la película El perfume , aquella con la escena de persecución dentro del laberinto:
https://youtu.be/9aVLlYtCH6o
No sólo podrán disfrutar encontrando primero la estatua de Eros en el centro del laberinto de cipreses recortados. También podrán admirar dos templetes de columnas toscanas con las estatuas de Danae y Ariadna, un largo canal de 3 metros de profundidad, un gran estanque con carpas y su pabellón neoclásico (dedicado a la visita de Carlos IV en 1802) , fuentes, la gruta de Eco y Narciso, la gruta de la Ninfa Egeria, un amplísimo jardín romántico de una frescura impagable, un jardín oriental, una cascada, una puerta china de madera… y hasta algún jabalí dócil que les venga a pedir comida, escapado de la sierra. Los jardines del Laberint d’Horta ocupan unas 9 hectáreas pero pueden visitarse cómodamente en menos de una hora. Pero si se les hace de noche…quizás tengan la suerte de encontrar algún tejón (Meles meles), animal nocturno y huidizo imposible de avistar, si bien en este jardín no son raras su huellas.
Les bugaderes d’Horta.
Acabada la visita al jardín del Laberinto, de vuelta a la estación de metro Mundet, sin entrar en la estación, atravesando el túnel subterráneo hasta el otro lado de la autovía (Ronda de Dalt) busquen la parada del bus V23, y lo tomen. El autobús les acercará hasta le barrio de Horta (pequeño pueblo rural anexionado a la ciudad de Barcelona en 1903). Apearse a los 15 minutos en la parada Llobregós - Torrent del Carmel. Diríjanse a través de la Plaça de les Bugaderes d’Horta hasta la calle Aiguafreda.
Esta es una de las calles más singulares de Barcelona, por eso les traigo aquí. No parece Barcelona. Hemos retrocedido 100 años. Durante más de tres siglos la calle Aiguafreda fue la lavandería de la ciudad. No es de acceso privado, pueden transitar, pero sean respetuosos. Son sólo ocho casas bajas, y cada una tiene su lavadero en frente y su pozo, y su jardín. La burguesía de la ciudad no quería que lavasen su ropa en el Rec Comtal, pues el aigua era sucia. Así que entregaban su ropa y lencería los lunes a las bugaderes (lavanderas) de Horta y el sábado la tenían limpia y planchada de nuevo en su casa. El agua de Horta era cristalina y de una gran calidad. Era un oficio duro y mal pagado, pero las mujeres de Horta ayudaban de esta manera a la economía familiar.
El proceso de lavado era largo. Primero se hacia un primer enjabonado y aclarado. Después se colocaba un saquito de muselina con ceniza vegetal, a modo de lejía, para blanquearla, y se filtraba agua caliente a través de las ropas, que salía por un agujero fino en la parte inferior (bugader). De ahí viene el término hacer la colada. Se colaba la lejía por entre la ropa y se recogía como si fuera un embudo. Después otra enjabonada, aclarado, y secado al viento. El agua se aprovechaba en todo el ciclo, y al final incluso con ella se regaban los pequeños huertos cercanos. Ecología integral.
Myrsol.
Abandonamos esta recoleta calle, y desembocamos en la inmediata superior de Granollers. En esta calle busquen el número 44. Si es un día laboral, antes de las 19:00, llamen al pequeño timbre blanco que hay a su izquierda. Les abrirán la verja y pasarán a un museo vivo de la cosmetología masculina de los años 50. La tienda de los laboratorios Myrsol. Emblemáticos y únicos. Fundados en los años 40, por D. Miguel Ricou Solé. Hay mucha información, muchos hilos en este foro y otros (no sólo nacionales) en especial los magistrales del @"Dr Dulcamara" , sobre toda la gama de productos Myrsol. Dejénse aconsejar por el Sr. Manel. Ya no hay comercios así, con este trato, esta historia y en un lugar tan insólito. Bueno, quizás los hay, pero cuestan de encontrar. Por eso este es un buen final de ruta. El mejor final de los posibles.
Gracias por haberme seguido hasta aquí. Bueno, y ahora ¿ Unas cervezas y unas croquetas de calçots con romesco en el Bar Quimet d’Horta (1927)?.
Epílogo.
Me consta que esta ruta es muy larga. Más de 6 horas, sin contar el tiempo para comer o descansos. Pueden fraccionarla, y hacerla a trozos, para los que sean de Barcelona y aledaños es lo aconsejable. Es recomendable disfrutarla con el buen tiempo de Barcelona y sin su masificación turística, preferiblemente en primavera. Por supuesto hay otros lugares emblemáticos relacionados con la perfumería y el jabón en Barcelona, pero más alejados del centro , resulta dificil engarzarlos en una ruta bien ajustada y sin desvíos.
Y por descontado, esta ruta es muy mejorable, si se hace en buena compañía.
Espero no haberles aburrido más de la cuenta. Más allá de los detalles históricos y anécdotas, hay una reflexión que debemos hacer.
Tras esta larga caminata, llegaremos a casa, nos ducharemos con buenos jabones, nos perfumaremos, incluso mañana haremos una “colada”, con la ropa “sucia” de hoy, con detergentes maravillosos, sin muselinas de ceniza vegetal. Sin bugaderes. Tampoco hará falta ir a la fuente pública a por el agua. Tenemos jabones por menos del precio de una barra de pan. Decenas de jabones donde elegir Por arte de magia toda el agua residual que generamos desaparece de nuestro hogar. Y tenemos toda el agua que queremos cuando queremos. No es el mejor de los mundos, en general, pero por lo que respecta al tema de esta ruta, si ustedes pueden permitirse el lujo de hacer todo eso y poder pagarlo, entonces si es el mejor de los mundos. Ni el Marqués de Alfarràs tenía esos lujos.
Somos los más limpios de la historia. La hija de Asclepio ( Dios de la medicina) la Diosa griega Higeia, la de la curación, la limpieza y la sanidad, la de la higiene (de ahí su nombre) está orgullosa de sus hijos, sí, de cada uno de nosotros.
Pero no abusemos, somos muchos, y la salud del planeta está en juego. No digo que nos duchemos sólo una vez por semana como aconsejaba Arnau de Vilanova…pero quizás tantísimo como muchos lo hacen, tampoco. Usen jabones artesanos y ahorren tanta agua como puedan, es un bien que sólo se aprecia cuando no la hay. Y creánme, hay poca.
Gracias al foro por su generosidad al cedernos este espacio.
Gracias por leer.
Salve (Salud).