Pues para qué vamos a andar con rodeos. Que eso es lo que hay. Tristemente, se acaba un magnífico producto porque hoy día está bien visto ser feo y dejarse unas barbas para taparse la cara (cosa que yo siempre he dicho que es de cobardes, además de propio de personas poco aseadas) y porque la mayoría de los que se afeitan tiran de multihojas y porquerías enlatadas y así les va.
La noticia me la vinieron a confirmar en El Corte Inglés donde compré los dos tarros que me llevé a casa el otro día, cuando me dijo la dependienta "hace tiempo que no llega". Creo que me llevé los dos últimos tarros.
Así que corred, insensatos. Haceos con vuestro último tarro de Álvarez Gómez antes que se acaben para siempre.