Viernes, 10 de julio de 2020.
Coñacito musical: Brahms, Concierto para piano n. 2, Richter, Chicago Symphony Orchestra, Leinsdorf, RCA. Brahms, Richter y Leinsdorf, equipo de gala para acompañar el afeitado de hoy. De Brahms decía Wagner -o no recuerdo si era Liszt, pero comprendan ustedes que a las horas en que leen esto me dé pereza wikipediarlo- que era el músico de la resignación. No lo sé. Lo que sí parece claro es que fue, sobre todo según fue envejeciendo, el rey del sarcasmo y la misantropía. Solterón impenitente, fue rompiendo al final de su vida con casi todas sus amistades y descuidaba su aspecto e higiene pese a alternar con lo más selecto de la sociedad de su tiempo. Se cuenta que una vez se despidió de una fiesta a la que le habían invitado de esta guisa: "si hay alguien en esta fiesta a quien NO haya ofendido, le ruego me disculpe: no ha sido mi intención". Yo, qué quieren que les diga, no puedo sino sentir debilidad por alguien capaz de soltar una frase tan jodidamente borde y brillante; hasta para ser antipático hay que tener clase. De Richter qué decir... pues quizás lo que dijo el gran Emil Gilels al recibir críticas entusiastas en su primera gira americana: "si yo les parezco bueno, esperen a oir a Sviatoslav Richter". Y de Leinsdorf ya hablaremos otro día, que hoy nos hemos quedado sin espacio. Ya saben, las cosas del directo.
Afeitado:
Brocha: RazoRock Big Bruce
Jabón: RazoRock Mudder Focker
Maquinilla: Feather Artist Club
Cuchilla: Kai Captain Mild
Loción: Old Spice "Captain"
Bálsamo: Aloe Vera Deliplus
Hoy he decidido sacar de titular a esta shavette y un señor de Murcia, que estaba un poco mustia y amostazada (pavo real, pavo real, viva la aliteración) en el cajón. Es comprensible, como este año no ha habido desfile del orgullo, no ha podido salir como una loca a despendolarse en plan taconazos, lentejuelas y brillantina. Llamarte Club del Artista de la Pluma y pasarte el día de la cosa gayorgullosa no ya sin poder salir del armario, sino ni siquiera del cajón, tiene que dejarte alicaída y con más murrias que el Dioni viendo aquella peli llamada Rio. El caso es que me lo ha agradecido con un afeitado es-pec-ta-cu-lar (así, con todo el énfasis) a dos pasadas y retoques para un apurado plus-quam-perfecto. Qué puñeteramente buena es esta máquina, y qué pena que el tacto sea el de un plástico barato de efecto similar al del bromuro. Dicen que tienes veneno en la piel y es que estás hecha de plástico fino, dicen que tienes un tacto divino y quien te toca se queda con él. A ver si se ponen las pilas, señores de Feather: menos manga y más Radio Futura.
Y eso es todo, amigos. Sean buenos si no tienen nada mejor que hacer.
