Lunes, 13 de julio de 2020.
Coñacito musical: Fauré, Requiem, Orquesta Filarmónica de Rotterdam, Fournet, Philips. Habida cuenta del afeitado de que se trataba hoy (como luego se verá) me ha parecido prudente acompañarme de una misa de réquiem, siquiera para sacudir un poco el polvo del alma y dejarla algo más presentable en caso de tener que rendir cuentas al Altísimo. Y puestos a pinchar un réquiem, qué mejor que el de Fauré, que es dulce, amoroso, acogedor. Se me ha quedado el espíritu que ni lavado con Perlán y suavizado con Mimosín. Un gran hombre este Fauré, discípulo y después amigo de Saint Säens durante sesenta años, y más tarde maestro de muchos y muy grandes, como Bizet, Enescu o Chabrier. Escribió poca música y en gran parte religiosa (trabajó muchos años como organista de La Madelaine en París), pese a que le echaron de más de un trabajo por ausentarse de los sermones para fumar un piti, o por presentarse a tocar en misa el domingo por la mañana de empalmada y apestando a alcohol. En su descargo, podría haber alegado que no era irreverencia, sino su naturaleza de mujeriego impenitente. Pero sospecho que el párroco de turno no se aquietaría demasiado ante semejante argumento.
Afeitado:
Brocha: Maggard Tuxedo
Jabón: Prorado verde
Navaja: Gold Dolar
Loción: Clubman Osage Rub
Bálsamo: Lea 3 en 1
Primer día fuera de los Madriles para iniciar la temporada veraniega (este año se llevan los apechusques sencillos de toda la vida, y si no se llevan me los he llevado yo), así que me he dicho que qué mejor momento para debutar con picadores, o sea, con navaja. Le compré esta Gold Dollar al maestro @"VerdaKrajono", y sin más miramientos me la he echado a la cara. Dos pasadas y retoques para un apurado razonable. La técnica no es muy diferente a la de la shavette, pero desde luego he notado el mayor largo de la hoja, y la herramienta impresiona algo más: no es lo mismo enfrentarse a un novillo que a un morlaco con sus 550 kg y sus dos pitones. Por otra parte, la sensación y el sonido del acero segando pelo no tiene nada que ver con lo que hasta ahora había experimentado; tanto es así, que en cuanto he acabado el afeitado he salido a cazar mamuts para alimentar a la prole. En fin, supongo que puedo considerar la experienca como un éxito: un pequeño paso para la humanidad pero un gran paso para este hombre. Habrá que dejar el réquiem para mejor ocasión.
Y eso es todo, amigos. Sean buenos si no tienen nada mejor que hacer.
