Lunes, 20 de julio de 2020.
Coñacito musical: Beethoven, Missa Solemnis, Berliner Phiarmoniker, Karajan, DG. Junto con su coetánea Novena Sinfonía -con la que comparte muchas cosas-, la obra más monumental de Beethoven. Se puso a escribirla para la ceremonia de nombramiento como arzobispo del Archiduque de Austria, que era su principal patrón. Pero entre que la escribía y la peinaba la cosa se demoró un poco... en concreto, tres años, así que al final se estrenó en el tercer aniversario de la arzobispoarchiduquedeaustriapolización. Y es que Beethoven puso toda el alma en su composición (hay testimonios que relatan que mientras la componía en su piso, se oía a Beethoven cantar, berrear y patear el suelo, hasta el punto de dar miedo a sus amigos). Y pese a que financieramente estaba más tieso que la mojama, desechó otros encargos y no la dio por acabada hasta que estuvo satisfecho con el resultado. Musicalmente hay quien la ha definido como una avalancha provocada por una mota de polvo, que no sé muy bien qué demontres significa. Es, en todo caso, una búsqueda de lo que de elevado hay en el ser humano, igual que la Novena (hala, ahí queda eso). Seguiremos con ella, porque este monumento da para tres afeitados por lo menos.
Afeitado:
Pre: Ejercicios musculares asentando la navaja
Brocha: Maggards Tuxedo
Jabón: Proraso mentol y eucalipto, o sea el verde
Herramienta: Gold Dollar 100 de cachas verdes
Loción: Osage Rub (verde, que te quiero verde)
Bálsamo: Lea "todo vuelve a funcionar con" 3 en 1
Hoy le he dado cuero a la GD hasta aburrir (voy a acabar con unos bíceps que ríete tú de los de Nadal) y sí he notado que el filo se dulcificaba sin perder contundencia. Vamos, que me he vuelto a dar un afeitado de lujo con la más modesta de las herramientas navajiles. Aunque ya estaba acostumbrado a la shavette y un señor de Murcia, la sensación de pasarte un acero por el cuero facial (que diría el maestro @"Gualterio Sinhaber"), y dejarlo más pelado que una bola de billar (el cuero, no el acero), no tiene precio; para todo lo demás, ya saben. El Proraso verde llevaba años jugando menos que Jovic en el Madrid, pero este verano me lo he traído conmigo por aquello del frescor y la verdad es que está cumpliendo por encima de lo que recordaba. Lo que se dice un jugador de club (o de fondo de armario): no vende camisetas ni decide partidos, pero cumple su función sin alharacas y con profesionalidad. Por algo será que lleva tantos años en activo. Además, ¿con qué otro jabón puedes mirar los pelillos que vas cortando y soltarles con sentido aquella frase que nunca he entendido de "verdes las han segado"? (Vale, lo admito, con esto he tocado fondo, ya me callo.)
Cuídense, caballeros.
