Esta es una idea que tuve el otro día, recordando eso tan típico de que suelen, o solían ser, los padres quienes enseñan a afeitarse a sus retoños. Uno no tuvo esa suerte pues no le dio tiempo a mi padre, por desgracia, a vivir lo suficiente como para enseñarme a afeitarme, pero de los recuerdos suyos que tengo en ese sentido, lo veo en camiseta de tirantes (como tantos otros) delante del espejo con una máquina eléctrica que podía ser una Philips o una Braün (tenía ambas) y luego con una maquinilla Gillette G II remataba la faena. No con demasiado éxito pues recuerdo verle con puntos rojos por la cara y mi propia madre dice que se armaba un San Martín en la cara con relativa frecuencia 😃 . De estos datos deduzco que lo de afeitarse no le gustaba demasiado, y teniendo como tenía un sentido del humor bastante ácido, estoy seguro que algún comentario socarrón relativo al estado de conservación de mi azotea lo haría seguro, a la vista de alguna balda de mi cuarto de baño donde se amontonan jabones y brochas en número bastante mayor al suficiente 😃. De afters, la botella azul es lo que recuerdo y el aroma del Aqua Velva también. Me imagino que ya en aquella época el Floïd comenzaba a estar pasado de moda, y hablamos de finales de los 70 y principios de los 80.
En cuanto a los abuelos, al materno no recuerdo verlo afeitarse pues yo era aún más pequeño cuando dejó de afeitarse (y de todo), pero sé por mi madre que era de usar brocha, con lo cual la eléctrica no debía ser lo suyo. Ole por el abuelo José. En cuanto al paterno, al que quería igual que al otro, sí lo recuerdo afeitándose con la eléctrica y con su botella de Floïd en el baño. En su caso, la artritis deformante que padecía creo que debía ser incompatible con el uso de ningún instrumento afilado, así que me imagino que la eléctrica estaba más que justificada. Hablamos de máquinas que, no sabiendo si serían exactamente éstas, sí eran muy parecidas a las fotos que os pongo:



Así que a ver que historias nos salen de aquí. Podamos o no disfrutar de la compañía de nuestros mayores, es una manera de honrarles y de evocar ese recuerdo que deja en la mente de casi cualquier niño la imagen de su padre o abuelo afeitándose. Algunos hasta igual tenéis cosillas de ellos aún por casa, así que venga, a enseñarlas 😉 .