Guapa la Alpinestar, para llorar desconsoladamente el día que te la robaron. Qué simples eran las bicis que llamaban de montaña en aquellos años. Hacían su función y eran más duras que las piedras por las que pasaban. Luego llegó el aluminio, la suspensión delantera, la trasera, el carbono, los discos, monoplatos, la electrónica, la asistencia eléctrica... Hoy si hablas de un cuadro de cromoly o de un Columbus, Nerwig o Reynolds nadie te entiende.