Pues yo recuerdo que, de más joven, cuando me cortaba a menudo al afeitarme, sobre todo los granos de acné, me aplicaba un poco de talco sobre el cortecito y lo taponaba. Lo malo es que había que esperar un poco hasta que la costra fuera lo bastante bien fijada y que, al quitarla, no volviera a sangrar, aunque no era habitual.
Se notaba un poco lo blanco del talco, pero duraba poco rato.