Uno muy viejo.
Había en cierta ocasión un barbero que le quiso enseñar el oficio a su hijo, así que le puso a afeitar a un cliente. El caso es que el muchacho se equivoca, y en vez de untar jabón de afeitar en la cara del cliente le echa champú del pelo.
El padre, al ver la equivocación, le suelta una bofetada al muchacho, con la suerte de que el chico la esquiva y va a parar a la cara del cliente.
El muchacho prosigue el afeitado sin darse cuenta de que está usando la navaja de cortar el pelo, en vez de la de afeitar. El padre, al darse cuenta de la nueva equivocación del hijo, le arrea otro bofetón con la misma suerte que el primero; osea, que también va a parar a la cara del cliente.
Al muchacho, temblándole el pulso por los nervios, se le va la mano y le corta la oreja al cliente, a lo que éste le responde:
- Nene corre!!, pisa la oreja, que como la vea tu padre nos mata